22 de mayo | Día Internacional de la Diversidad Biológica
En el marco del Día Internacional de la Diversidad Biológica, la Conferencia Eclesial de la Amazonía (CEAMA), junto a la Red Eclesial Panamazónica (REPAM), la Red de Educación Intercultural Bilingüe Amazónica (REIBA) y el Programa Universitario Amazónico (PUAM), elevan su voz para celebrar y defender la extraordinaria riqueza de vida que habita en el territorio amazónico. Este espacio vital no solo es uno de los pulmones del planeta, sino también un santuario sagrado donde la Creación se manifiesta con belleza, complejidad y sabiduría.
Biodiversidad: don y desafío
La Amazonía no es solo una región geográfica. Es un mosaico vivo que alberga millones de especies de plantas, animales y microorganismos —muchas aún desconocidas para la ciencia—, y es hogar de pueblos originarios que han custodiado esta riqueza por siglos, viviendo en profunda armonía con la tierra, el agua y el bosque.
Diversidad biológica, diversidad cultural
En la Amazonía, la diversidad biológica y cultural caminan juntas. Las cosmovisiones de los pueblos indígenas nos enseñan que todo está conectado: no existe separación entre el ser humano y la naturaleza, sino una relación de reciprocidad, respeto y gratitud. Desde la Iglesia con Rostro Amazónico, reconocemos esta sabiduría ancestral como un don necesario para una nueva relación con la Casa Común.
Como nos recuerda el Papa Francisco en Laudato Si’, “todo está conectado”. La pérdida de biodiversidad implica también la pérdida de sabidurías milenarias, lenguas, espiritualidades y culturas. Por ello, defender la biodiversidad es también defender la vida en todas sus formas.
Un llamado a la conversión ecológica
En este día, renovamos nuestro compromiso con una ecología integral, impulsando una pastoral que escuche el clamor de la tierra y el clamor de los pueblos. Cuidar la biodiversidad no es un lujo ni una opción: es una urgencia ética, espiritual y pastoral. Es un llamado a transformar nuestras formas de vida, de consumo y de organización social.
Invitamos a todas las comunidades, redes eclesiales y territoriales a celebrar la vida en la Amazonía y a fortalecer su compromiso con su defensa. Fomentemos una espiritualidad ecológica que brote del territorio y se alimente de la sinodalidad, el discernimiento y la esperanza.
Que este 22 de mayo nos inspire a cuidar la biodiversidad como expresión viva del sueño de Dios para el mundo: una Creación en justicia, belleza y armonía.