Este 2025 celebramos una década de la publicación de Laudato Si’, una encíclica profética que transformó la conciencia de la Iglesia sobre el cuidado de la Casa Común. No fue un texto más: fue —y sigue siendo— una llamada urgente a la conversión ecológica integral, a la justicia para los pueblos y a una espiritualidad que reconcilia a la humanidad con la tierra.

Desde el corazón verde del mundo, la Amazonía —herida, saqueada y silenciada por siglos— asumió esta encíclica como una voz que le dio palabra, dignidad y visibilidad. Más de 400 pueblos indígenas, guardianes ancestrales de este bioma sagrado, han sido reconocidos no como destinatarios de ayuda, sino como interlocutores de un nuevo modo de habitar el mundo.

Diez años después, la crisis socioambiental se ha agravado. La deforestación, los incendios, la violencia contra líderes socioambientales y el desprecio por los saberes originarios nos muestran cuán profundo es el desgarro de nuestra Casa Común. Pero también se han encendido nuevas luces: comunidades, mujeres, jóvenes eclesiales y pueblos indígenas se han puesto de pie, haciendo del Evangelio una buena noticia para la tierra.

Celebrar esta década no es sólo mirar atrás: es renovar el compromiso con una Iglesia que escuche, cuide y reconcilie. Es asumir que la Amazonía no es periferia: es centro profético, donde se ensayan nuevos caminos de conversión, espiritualidad ecológica y esperanza activa.

Desde la Amazonía celebramos Laudato Si’ como un llamado permanente a vivir la fe abrazando la tierra como hermana, y no como recurso. Con Francisco y con los pueblos de la selva, renovamos nuestra certeza de que “todo está conectado”, y nuestra decisión de seguir caminando hacia una ecología integral que reconcilie al ser humano con Dios, con los otros y con la creación.