Las ceramistas del río Cenepa preservan su cultura y defienden la vida en la Amazonía peruana.
En medio de los motores que rugen día y noche sobre el río Cenepa, un grupo de mujeres y niñas del pueblo Awajún mantiene encendida la llama de la esperanza. Frente al avance de la minería ilegal que devasta sus territorios, ellas resisten moldeando el barro y dando forma a la vida a través de la alfarería tradicional, un arte ancestral que se transmite de madres a hijas desde tiempos inmemoriales.
En la comunidad de Cocoashi, región Amazonas, Heidi Wisum Ampam, de 14 años, aprendió de su madre a crear vajillas decoradas con símbolos del bosque: escamas de armadillo, hojas de bijao y líneas que evocan los ríos. En su escuela de mujeres ceramistas, junto a otras 37 alumnas, transforma la arcilla en piezas que sostienen no sólo su economía, sino también su identidad. “No quiero trabajar con los mineros; quiero estudiar y seguir haciendo cerámica”, dice Heidi con firmeza.
La Asociación de Madres Ceramistas del Cenepa lidera esta iniciativa comunitaria que hoy cuenta con ocho escuelas de alfarería a lo largo del río. En ellas, mujeres como Oliviana Wisum Chimpa y Teolinda Shajup Tijiats enseñan a las nuevas generaciones las técnicas, los rituales y la espiritualidad que rodean el arte cerámico awajún, profundamente vinculado a Núgkui, el espíritu femenino de la tierra y la vida.
“El trabajo de las mujeres ceramistas es uno de los pilares de nuestra identidad; resiste a pesar de las amenazas y las intromisiones externas”, señala Matut Impi Ismiño, vicepresidenta del Gobierno Territorial Autónomo Awajún (GTAA).
El avance de la minería ilegal amenaza con contaminar las fuentes de arcilla y los ríos que sustentan la vida. “Ahora debemos caminar más dentro de la selva para encontrar barro limpio. El mercurio del río está dañando la tierra”, lamenta Oliviana Wisum. A pesar de ello, las mujeres siguen creando, enseñando y organizándose para defender su territorio.
En 2021, la cerámica awajún fue reconocida por la UNESCO como Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad, un reconocimiento que refuerza la dimensión espiritual y cultural de esta práctica ancestral. Pero más allá del arte, su trabajo se ha convertido en una forma de resistencia ecológica y cultural, un testimonio vivo de cómo la fe, la comunidad y el arte se entrelazan para cuidar la Casa Común.
Desde la Conferencia Eclesial de la Amazonía (CEAMA), elevamos nuestra voz en solidaridad con las mujeres ceramistas awajún y con todos los pueblos que defienden su territorio y su cultura frente a las amenazas extractivas. Su ejemplo encarna el llamado del Papa Francisco en Querida Amazonía: “Ellas son el corazón que cuida, protege y da vida a la Amazonía.”
Que el barro en sus manos siga modelando futuro, justicia y esperanza para toda la Amazonía.
Fotos: Luis Javier Maguiña
Publicación Original: EL PAÍS