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Seis años del Sínodo de la Amazonía: avanzar hacia aguas más profundas – Fernando López 

Hace seis años, en octubre de 2019, el Sínodo Especial para la Amazonía abrió un nuevo horizonte para la Iglesia universal: el llamado a descubrir nuevos caminos para la Iglesia y para una ecología integral. Hoy, la CEAMA (Conferencia Eclesial de la Amazonía) y la REPAM (Red Eclesial Panamazónica) continúan navegando en esa misma canoa, impulsadas por el Espíritu que sigue soplando entre los pueblos, los ríos y los bosques de la región.

En el marco de este aniversario, el P. Fernando López, SJ, miembro de la Red Itinerante CLAR–REPAM y del Núcleo Triple Frontera (Colombia, Brasil, Venezuela), compartió una profunda reflexión sobre el sentido teológico y vital del proceso sinodal en la Amazonía. Su mensaje, cargado de espiritualidad y sabiduría amazónica, invita a redescubrir la sinodalidad como una expresión de los principios que sostienen la vida misma: unidad, diversidad y relación.

“Unidad, diversidad y relación son principios estructurantes del universo. Son físicos, biológicos y divinos. La Trinidad es unidad en diversidad con relaciones cuidadosas y amorosas; por eso, la sinodalidad tiene su fuente en la Trinidad”, expresó el jesuita.

La Amazonía, escuela de sinodalidad

El P. López recordó que el bosque amazónico y sus pueblos son maestros de la sinodalidad. En ellos se expresa la vida en su máxima diversidad, fruto de miles de años de equilibrio, adaptación y complementariedad.

“Los pueblos amazónicos han aprendido a vivir en diversidad con equilibrios de complementariedad con el ecosistema. La Iglesia de la Amazonía solo puede vivir en diversidad, con relaciones cuidadosas y amorosas para construir la unidad. Eso es sinodalidad: caminar juntos en diversidad”, afirmó.

El Sínodo de la Amazonía no fue un punto de llegada, sino un punto de partida. Desde entonces, la CEAMA ha nacido como espacio de comunión, articulación y discernimiento pastoral, y junto con la REPAM, encarna un nuevo paradigma eclesial que busca ser rostro amazónico y misionero de la Iglesia.

“La CEAMA es la canoa, la REPAM es la red. Necesitamos ambas para avanzar hacia aguas más profundas y echar las redes para pescar. Ese es el nuevo paradigma eclesial que estamos construyendo”, añadió el P. Fernando.

Una Iglesia que aprende de la humildad

El camino sinodal en la Amazonía también es una escuela de humildad. “La Amazonía nos queda grande”, reconoce el misionero jesuita. Y precisamente en esa conciencia, la Iglesia aprende a sumar esfuerzos, a colaborar entre congregaciones, comunidades y pueblos, a reconocer los dones del Espíritu en todos.

“El río Amazonas es el encuentro de todas las gotas de agua: de la neblina, del deshielo, de las nacientes. Si nuestras aguas se suman, el río crece y genera vida. Así es la Iglesia: si unimos nuestras aguas, el Espíritu hace el resto.”

Entre la cruz y la esperanza

El proceso no ha estado exento de desafíos. El camino de la sinodalidad en la Amazonía está marcado por la cruz, el martirio y las heridas de un territorio amenazado. Pero también está lleno de esperanza, testimoniada por tantas mujeres y hombres que siguen creyendo que la vida es más fuerte que la muerte.

“Seguimos aún crucificados, pero aprendemos de las mujeres al pie de la cruz, que nos enseñan a mantener la esperanza sin tirar la toalla. El Espíritu camina con nosotros, y aunque a veces parezca dormido, Jesús navega en nuestra canoa.”

Avanzar hacia aguas más profundas

A seis años del Sínodo, la CEAMA y toda la Iglesia amazónica se preparan para la VI Asamblea General Ordinaria (Bogotá, marzo de 2026), donde se discernirán los Horizontes Apostólicos Sinodales. Es un nuevo momento para avanzar hacia aguas más profundas, confiando en que el Espíritu sigue guiando este proceso de comunión y profecía.

“Es con Jesús que podremos avanzar hacia aguas más profundas y echar las redes para seguir pescando, para que la vida abundante fluya para todos los pueblos de la Amazonía y del mundo.”

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