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CEAMA 5 años: una Iglesia con rostro de mujer y corazón amazónico – Hna. Laura Vicuña

“Cinco años de CEAMA son un gran regalo de Dios para la Amazonía”, afirma con convicción la hermana Laura Vicuña Pereira, vicepresidente de esta joven pero profundamente significativa instancia eclesial. Su voz, serena y firme, recoge el pulso de un camino que ha transformado a la Iglesia en la región: un camino tejido con compromiso, sinodalidad y vida entregada.

A cinco años de la creación de la Conferencia Eclesial de la Amazonía, su testimonio no solo recuerda lo vivido, sino que proyecta sueños para el futuro. CEAMA nació el 29 de junio de 2020, como fruto del proceso sinodal impulsado por el Papa Francisco y alimentado por los clamores del territorio. Hoy, su caminar sigue marcando una ruta hacia una Iglesia más cercana, más comprometida y más enraizada.

La sinodalidad que se hace carne en la Amazonía

Para la hermana Laura, estos cinco años no son solo tiempo transcurrido. Son la expresión concreta de un proceso largo, en el que la Iglesia fue aprendiendo a escuchar, a mirar desde abajo, a caminar con los pueblos. “La CEAMA expresa el compromiso con los pobres, con los pueblos originarios, con el clamor de la Tierra”, dice con firmeza. Es una nueva manera de ser Iglesia, más cercana a los dolores y esperanzas del territorio, que busca vivir la sinodalidad no como teoría, sino como práctica transformadora.

Las mujeres, corazón palpitante de la Iglesia amazónica

Uno de los procesos más significativos de este quinquenio ha sido el Núcleo de Ministerialidad de la Mujer, espacio que busca reconocer, fortalecer y visibilizar el papel fundamental de las mujeres en la vida eclesial amazónica.

“En la Amazonía, las mujeres están al frente: son lideresas, defensoras del territorio, animadoras de comunidades, guardianas de la vida. Muchas veces, arriesgan todo por dar voz a las luchas de sus pueblos”, explica la hermana Laura. Desde el núcleo, se viene gestando una presencia más estructurada, donde el compromiso cotidiano de las mujeres no solo se reconozca, sino que se convierta en parte activa de las decisiones y los ministerios eclesiales.

Ampliar la mesa, escuchar más voces

Pero los desafíos son evidentes. Una de las limitaciones ha sido el número reducido de mujeres que integran el núcleo, y la dificultad para cubrir todo el territorio amazónico. “Por ahora participamos hermanas de Brasil, Venezuela, Ecuador, Perú y Colombia, pero necesitamos sumar más mujeres, más países, más voces desde las propias comunidades”, afirma. La diversidad de la Amazonía exige una Iglesia con presencia amplia, que no se limite a representaciones simbólicas, sino que refleje la pluralidad real del territorio.

Del discernimiento a la acción

El camino del discernimiento no ha sido pasivo. La CEAMA trabaja decididamente en dos temas cruciales para la inculturación eclesial: el Rito Amazónico y el diaconado femenino. Para la hermana Laura, no basta con reflexionar: “Es tiempo de actuar. Queremos presentar ante Roma la solicitud formal para restaurar el diaconado de mujeres en el territorio. Es una necesidad que nace del caminar con los pueblos”. De igual modo, el Rito Amazónico busca acoger y celebrar la espiritualidad propia de la Amazonía, como signo de respeto y comunión con las culturas ancestrales.

Una CEAMA más territorial, profética y femenina

Al mirar hacia el futuro, la hermana Laura sueña con una CEAMA más profundamente enraizada. “Queremos una presencia más territorial, más plural, más joven y más femenina. Que escuche el clamor de la Tierra y de los pueblos, y que actúe con audacia profética, como nos pide el Evangelio”.

El sueño no es pequeño: se trata de una Iglesia que camina con los pies descalzos, que se deja interpelar, que abre sus estructuras a lo nuevo del Espíritu. Una Iglesia que, desde la Amazonía, ofrece luz a toda la Iglesia universal.

Cinco años de semillas, cinco años de Espíritu

CEAMA, en apenas cinco años, ha sembrado mucho más que estructuras: ha sembrado relaciones, procesos, esperanza. Desde el primer soplo de su creación, ha buscado encarnar el Evangelio en una región herida pero llena de vida.

Hoy, en su quinto aniversario, celebramos no solo su nacimiento, sino su capacidad de tejer futuro con memoria, coraje y ternura. Una CEAMA que sigue creciendo, como el bosque, con raíces profundas, ramas abiertas y savia nueva.

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