Del 17 al 20 de agosto, se celebrará en Bogotá el Encuentro de Obispos de la Amazonía, convocado por la Conferencia Eclesial de la Amazonía (CEAMA). Esta reunión —la primera desde el Sínodo para la Amazonía de 2019— representa una nueva etapa en la consolidación de una Iglesia con rostro amazónico, sinodal, profética y en salida.
Monseñor Miguel Ángel Cadenas, obispo del Vicariato Apostólico de Iquitos (Perú), compartió con CEAMA sus expectativas y el sentido profundo de este espacio de comunión episcopal amazónica.
“Yo no era obispo todavía en el Sínodo Amazónico. Así que será la primera oportunidad de tener una reunión de todos los obispos amazónicos. Es una gran alegría porque la Iglesia mira el espacio más allá del Estado-nación y ve la Amazonía como un ecosistema fundamental en la regulación del clima en el planeta. Asimismo, una forma de ser cristiano donde las comunidades cristianas sean ministeriales.”
Para Mons. Cadenas, llegar a este encuentro en Bogotá significa alegría por el encuentro fraterno, y sobre todo, una oportunidad para dejarse interpelar por la experiencia de otros pastores en territorios igualmente desafiantes:
“Llevo en el corazón la alegría por el encuentro y la oportunidad de conocer otros obispos con experiencias que iluminen mi propio camino.”
El caminar de la Iglesia amazónica en los últimos años lo inspira profundamente, sobre todo en su cercanía con los más vulnerables y con la creación:
“Me inspira el propio Jesús. Y, desde la Amazonía, me inspira acompañar a la Iglesia de mi Vicariato a escuchar las voces de los pobres y de la tierra… ¿o deberíamos decir del agua?”
Mirando hacia el futuro, Monseñor Cadenas expresa su deseo de que este encuentro contribuya a seguir profundizando el horizonte sinodal y la urgencia de una ministerialidad inculturada y compartida:
“Espero que sigamos trabajando sinodalmente y demos respuesta a los enormes desafíos que tenemos delante, sobre todo lo relacionado a la ministerialidad.”
El Encuentro de Obispos de la Amazonía será un espacio privilegiado para renovar el compromiso con una Iglesia que escucha, discierne y actúa, en fidelidad al Evangelio y al clamor de los pueblos amazónicos y de la Casa Común.