Del 17 al 20 de agosto, la Conferencia Eclesial de la Amazonía (CEAMA) reunirá en Bogotá a obispos de toda la región amazónica en un momento histórico: el primer gran encuentro episcopal después del Sínodo para la Amazonía de 2019. Un espacio para reflexionar, compartir y discernir juntos cómo ser Iglesia en esta tierra bendecida y herida, en el espíritu de la sinodalidad y bajo la luz del Año Jubilar.
En conversación con la CEAMA, Monseñor Francis Dean Alleyne, obispo de la Diócesis de Georgetown (Guyana), expresó la profunda significación de este momento eclesial.
“En el espíritu de la sinodalidad y en este año jubilar, creo que es un momento oportuno para que los obispos amazónicos se reúnan y, juntos, disciernan y afirmen las formas más adecuadas de ser Iglesia”, señaló.
El pastor guyanés llega a Bogotá con un corazón marcado por la riqueza cultural y espiritual de los pueblos originarios, pero también por el dolor de sus sufrimientos.
“Llevo en mi corazón el espíritu de las comunidades indígenas que enriquecen a la Iglesia. Vengo con el corazón profundamente preocupado por el dolor que causan el abandono y la explotación que con demasiada frecuencia sufren estas comunidades”, compartió con firmeza y sensibilidad.
Recordando el camino recorrido desde el Sínodo y las palabras del Papa Francisco en la exhortación apostólica Querida Amazonía, Monseñor Alleyne se siente motivado por la presencia viva de Dios en la creación y el mandato evangélico de cuidarla:
“Me inspira ‘Querida Amazonía’, la magnitud de la presencia de Dios en su creación y el mandato de ser fieles administradores que protejan toda la creación”.
De cara a la reunión de obispos, el obispo de Georgetown espera que este encuentro dé frutos concretos para fortalecer la pastoral y la articulación de la Iglesia en el territorio amazónico:
“Espero que haya un fuerte consenso entre el episcopado para formar conferencias eclesiales en las diócesis de la Amazonía y crear una red para fomentar y compartir las mejores prácticas”.
El Encuentro de Obispos Amazónicos será, así, un espacio de comunión, escucha y construcción conjunta, para seguir tejiendo una Iglesia con rostro amazónico que responda a los clamores de la tierra y de los pueblos que la habitan.