“Vivir estos días como una experiencia de conversión, colegialidad y sinodalidad”, fue el deseo que manifestó monseñor Lizardo Estrada, al inicio del Encuentro de Obispos de la Amazonía que se realiza del 17 al 20 de agosto en Bogotá.
Durante la ceremonia inaugural, el prelado aseguró que este Encuentro es un signo profético para toda la Iglesia, aspecto que ya en 1972, el Papa Pablo VI aseguraba diciendo que “Cristo apunta para la Amazonía” y es “desde la Amazonía, donde el Evangelio se hace carne”.
Una realidad que afirmó, se vive en las comunidades amazónicas, donde no falta “una mesa de comunión, un lugar para sentirnos enviados a continuar la obra de reconciliación, justicia, cuidado y unidad que Cristo nos ha confiado”.
El legado de Nicea
Así el obispo peruano describió sus expectativas sobre el Encuentro de Obispos de la Amazonía, diciendo que se trata de una “experiencia de Pascua compartida entre hermanos pastores que deben fortalecerse en el servicio, la fe y la esperanza”.
Una gracia que imploró al Espíritu Santo, extendiendo su bienvenida a los más de 100 obispos, provenientes de los nueve países que forman la Panamazonía.
En su mensaje, el prelado hizo memoria del camino recorrido desde el Concilio de Nicea.
“Este año celebramos los 1700 años del Concilio de Nicea, donde la Iglesia, bajo la guía del Espíritu, proclamó con claridad y firmeza su fe en Jesucristo, Hijo de Dios. Nicea fue más que un acto doctrinal: fue un proceso sinodal de discernimiento, donde las diferencias fueron acogidas y orientadas hacia la unidad en la verdad”, afirmó.
Para Estrada celebrar Nicea es “confesar que la sinodalidad está en el ADN de la Iglesia. Su estructura y funcionamiento están profundamente inscritos en el acontecimiento de Jesucristo y Pentecostés”.
Escucha, discernimiento y proyección pastoral
Entonces, la unidad eclesial, vivida desde la comunión entre obispos, ministros y fieles, expresa la unidad de la Trinidad. “Este mismo espíritu ha animado el caminar de nuestras Iglesias en América Latina y el Caribe y este año también se conmemoran los 70 años del CELAM”, dijo.
Una institución que nació para servir a la colegialidad episcopal en nuestro continente, generando un espacio fecundo de escucha, discernimiento y proyección pastoral, del que surge la CEAMA.
En segundo lugar, el secretario general del Celam, se refirió a la necesidad de reconocer el magisterio vivo que brota de este proceso y que, en la CEAMA, es un signo concreto de una Iglesia que se deja configurar por el Espíritu.
Reflexiones en las que Estrada invitó a vivir la contemplación de la misión episcopal, reconociéndola como un ministerio de comunión y conversión; “un llamado a iluminar a la Iglesia desde los territorios, con el Evangelio hecho carne en la historia”.
Una observación que desde la Conferencia Eclesial de la Amazonía (CEAMA) se percibe más allá de la consideración de una “estructura institucional nueva en la Iglesia. Por el contrario, es un fruto maduro del magisterio vivido y testimonio de la sinodalidad encarnada”.
“Se trata de un reconocimiento profundo del camino que el Espíritu ha suscitado en estos últimos cinco años, uniendo la experiencia de los pueblos, la reflexión teológica, la opción pastoral y la voz profética de los obispos amazónicos sin dejar de situar la colegialidad episcopal en el seno de la sinodalidad eclesial”, indicó.
Una conversión auténtica
En este sentido, la Conferencia Eclesial de la Amazonía muestra la belleza de un nuevo organismo sinodal en construcción, que interpela a toda la Iglesia a una conversión auténtica, a una sinodalización de todas las estructuras eclesiales.
“Este proceso exige de nosotros obispos, presbíteros, consagrados y laicado que dejemos atrás lógicas de poder o fragmentación, y que profundicemos nuestro bautismo como exigencia plena para el ejercicio de los ministerios, en la comunión e intercambio de dones entre las Iglesias Locales”, afirmó.
Desde esta perspectiva, el obispo auxiliar de Cusco dijo que “la ministerialidad no es solo funcional, sino existencial, fruto del Espíritu y servicio al Reino”. Por eso, celebrar este Encuentro en la sede del CELAM, tiene un valor simbólico y espiritual porque ambas instituciones “muestran que ser Iglesia hoy, es caminar sinodalmente, con la valentía de construir lo nuevo, sin abandonar lo esencial”.
Renovación profunda
Finalmente abogó por una misión episcopal, que en la Amazonía sea plena de conversión, servicio y unidad, porque en este tiempo “la misión episcopal está llamada a renovarse desde lo profundo. No se trata de custodiar estructuras, sino de abrir nuevos caminos, ofrecer dirección espiritual, sostener la comunión, impulsar procesos de evangelización capaces de tornar presente el Reino de Dios en el mundo”.
El obispo recordó a sus hermanos que están llamados a ser signo viviente de la unidad en la diversidad. “Pastores configurados con Cristo, servidores del pueblo que peregrina, en el seno de una humanidad peregrinante”.
En este sentido, las Iglesias amazónicas, están acompañadas por sus obispos, verdaderos faroles de conversión para toda la Iglesia. “No porque posean todas las respuestas, sino porque se atreven a caminar con los pueblos, escuchar el grito de la tierra, discernir con humildad y anunciar el Evangelio desde lo pequeño, lo plural y lo vulnerable”, precisó.
Pensando en la Amazonía y el rol del obispo, “la meta es vivir un ministerio episcopal que se convierta en una eclesiología del servicio, del discernimiento, de la comunión y la profecía”.