En el marco de la conmemoración de los cinco años de la creación de la Conferencia Eclesial de la Amazonía (CEAMA), la Hna. Birgit Weiler, teóloga misionera que acompaña este proceso desde sus inicios, comparte una profunda reflexión sobre el significado de este camino eclesial, los aprendizajes pastorales y los desafíos que continúan interpelando a la Iglesia en clave sinodal.
Un momento para hacer memoria agradecida
“Este momento especial significa para mí hacer juntos memoria del camino recorrido como Iglesia, Pueblo de Dios, en el territorio amazónico con sus grandes potenciales y desafíos”, afirma la Hna. Birgit. Desde su mirada teológica y pastoral, destaca que CEAMA nace como fruto del Sínodo Amazónico, impulsado por el soplo del Espíritu, en continuidad con un proceso de discernimiento comunitario y profundo.
En sus palabras resuena con fuerza el llamado a recordar que el objetivo central del Sínodo fue encontrar nuevos caminos para la Iglesia y para una ecología integral, lo cual encontró expresión coherente en la creación de esta Conferencia Eclesial inédita, fruto del discernimiento del Consejo post-sinodal.
Logros con rostro amazónico y sinodalidad viva
Entre los logros más significativos de este quinquenio, la teóloga destaca:
- La existencia misma de CEAMA como organismo sinodal y profético, enraizado en el territorio.
- El fortalecimiento de una Iglesia con rostro amazónico y poliedro cultural, tal como sueña Querida Amazonía.
- La defensa profética de la vida de los pueblos y los ecosistemas, en respuesta al clamor de la tierra y los pobres.
- La creación del Programa Universitario Amazónico, que busca ofrecer educación superior desde y para el territorio.
- La consolidación de una presidencia eclesial compartida, donde mujeres, pueblos originarios, religiosos y obispos ejercen una autoridad colegiada, orientada al discernimiento en común.
Además, resalta la creciente visibilización y participación de las mujeres en la vida eclesial: “Las mujeres tienen mucho que contribuir a una Iglesia sinodal amazónica. Lo mismo vale para los y las jóvenes”, puntualiza.
Aportes a la Iglesia universal
La experiencia de CEAMA, afirma, ofrece aprendizajes clave para toda la Iglesia: la necesidad de inculturar la sinodalidad, aprender de los pueblos originarios sus modos de discernimiento comunitario, y vivir una conversión profunda de relaciones, procesos y vínculos. “Una Iglesia sinodal es una Iglesia que escucha, aprende y se deja transformar. Una Iglesia que no coloniza, sino que genera cultura del encuentro”, sostiene.
También recuerda que este caminar exige “una escucha constante a las comunidades, especialmente a las voces en las periferias sociales, culturales y existenciales”, para discernir con ellas los caminos del Reino.
Un proceso que continúa
En el ámbito pastoral e institucional, la Hna. Birgit subraya la importancia de reforzar el movimiento circular entre comunidades, Iglesias locales, CEAMA y de regreso al territorio. Insiste en que los planes pastorales deben nacer del corazón de los pueblos y volver a ellos transformados por el discernimiento compartido.
La creación del Rito Amazónico, la inclusión activa de mujeres en el discernimiento y toma de decisiones, el fortalecimiento de las relaciones entre CEAMA y REPAM, y el combate a las nuevas formas de violencia estructural en el territorio (como la minería ilegal y la trata de personas), son también parte de este camino sinodal que —reconoce— “requiere tiempo, humildad y perseverancia”.
Una Iglesia que sueña con Francisco
Finalmente, celebra que CEAMA haya comenzado a encarnar los cuatro sueños del Papa Francisco en Querida Amazonía: social, cultural, ecológico y eclesial. Sueños tejidos entre sí, que necesitan comunidades dispuestas a “caminar al ritmo del Espíritu, con apertura de mente y corazón”.
Desde esta experiencia, la Hna. Birgit reafirma que el futuro de la CEAMA está en continuar siendo “una Iglesia que camina, aprende, escucha y se deja tocar por los clamores de la Amazonía”.