La segunda jornada del Encuentro de Obispos de la Amazonía fue descrita como la más significativa de todo el evento. Mauricio López, vicepresidente laico de la Conferencia Eclesial de la Amazonía (Ceama) y uno de los animadores del proceso, dijo que la jornada fue “el corazón del encuentro”, al estar centrado en la conversación espiritual.
“El objetivo fue dar espacio para que el protagonista de todo este proceso que permita relanzar la Ceama sea el Espíritu Santo”, explicó, destacando que la dinámica permitió la escucha mutua entre los obispos y un discernimiento sobre la misión de la Ceama.
El trabajo se estructuró en 12 grupos, organizados en su mayoría por países e idiomas. Cinco grupos fueron conformados por obispos de Brasil en lengua portuguesa, cuatro por países hispanoparlantes, uno en inglés con representantes de las Antillas, y dos grupos especiales integrados por instituciones que acompañan el caminar de la Ceama.
Diversidad de voces en el discernimiento
En estos espacios participaron instancias como el Dicasterio para el Desarrollo Humano Integral, las conferencias episcopales de los países amazónicos, Cáritas, la Red Eclesial Panamazónica (Repam) y universidades de Estados Unidos, además de fundaciones que han apoyado proyectos en la región.
Según explicó López, la metodología de la jornada se desarrolló en tres momentos: Se trató de partir del yo, fruto de la oración personal, al tú, en diálogo con los demás, y finalmente al nosotros, construyendo juntos los frutos específicos del discernimiento.
Este proceso fue valorado como un ejercicio de sinodalidad, donde se escucharon los movimientos del Espíritu en cada voz.
Inspiración en el cardenal Hummes y el Papa Francisco
La reflexión estuvo iluminada por la memoria del cardenal Claudio Hummes, a quien López definió como “un profeta que marcó el camino para muchos de los procesos amazónicos… y el llamado a no perder el foco del Sínodo para la Amazonía”. Sus palabras, reproducidas en una grabación, fueron un recordatorio de que el discernimiento debe evitar dispersarse en temas secundarios y centrarse en lo esencial: “nuevos caminos para la Iglesia y para una ecología integral”.
Asimismo, se compartió una grabación del Papa Francisco que llamaba al “desborde del Espíritu” frente a la complejidad de los conflictos amazónicos. “Saber que no se puede resolver el conflicto con remiendos”.
Este marco espiritual ayudó a los grupos a profundizar en la misión de la Ceama y a reconocer la centralidad de su vocación como organismo de comunión al servicio de los pueblos de la Amazonía.
Aportes de los grupos y plenaria abierta
En la tarde, los 12 relatores de los grupos presentaron los frutos de la conversación en el Espíritu. Posteriormente, tres miembros del encuentro señalaron las principales convergencias y, finalmente, se desarrolló una plenaria abierta que fue calificada como “muy enriquecedora”.
“Muchos en la línea de reconocer la Ceama como un organismo de comunión, otros invitando a que se comunique con más fuerza el mensaje de lo que la Ceama es y quiere ser, otros identificando que la Ceama puede ser un instrumento profundamente importante para la formación, para la evangelización, pero también, para la respuesta a los temas de ministerialidad, del cuidado de la casa común”, explicó López.
«Muy en línea con el Sínodo Amazónico, pero como dijo alguien el día de hoy: reconocemos que el Sínodo Amazónico sigue vivo”, compartió.
La memoria de los mártires amazónicos
Esta jornada especial, tuvo también, un espacio de espiritualidad de los mártires de la Amazonía, en particular monseñor Alejandro Labaka y la hermana Inés Arango: “en su vida entregada, en la generosidad de una vida donada, para que haya más vida para los pueblos”.
El testimonio de quienes dieron su vida por la defensa de los pueblos y la Casa Común, estuvo presente en la Conversación en el Espíritu.
En ese contexto, se compartieron experiencias locales que muestran la vitalidad del camino sinodal en la Amazonía: la Vicaría del Agua de Iquitos (Perú), la experiencia de la diócesis de Georgetown (Guyana) y el amplio trabajo del vicariato de Inírida (Colombia), descrito como “un ecosistema de procesos sinodales muy interesantes”.
“Miembros de una misma Iglesia que se va tejiendo más sinodal”
El día concluyó con un gesto sacramental de renovación bautismal, signo de la unidad de la Iglesia: “Nuestra unidad en el compromiso de seguimiento de Jesús y renovamos este sacramento para reconocer que eso es lo que nos une”.
“Todos y todas miembros de una misma Iglesia que se va tejiendo más sinodal en la medida en que va escuchando genuinamente las voces del pueblo, en la medida en que va respondiendo con su identidad y su propia sacramentalidad como Iglesia a los gritos y esperanzas de los pueblos para que tengan vida y vida en abundancia”, finalizó.