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“Somos profundamente espirituales, porque somos hijos e hijas de la selva” – Patricia Gualinga

La voz de la Amazonía resonó con fuerza y verdad en el Foro del Dicasterio para el Diálogo Interreligioso, gracias a la intervención de Patricia Gualinga, lideresa indígena kichwa del pueblo Sarayaku (Ecuador) y actual vicepresidente de la Conferencia Eclesial de la Amazonía (CEAMA). Su testimonio, lleno de profundidad espiritual y sabiduría ancestral, iluminó el espacio con una visión auténticamente amazónica de la relación entre espiritualidad, territorio y vida.

Desde el inicio, Gualinga abordó el valor del conocimiento ancestral de los pueblos indígenas amazónicos, profundamente ligado a la espiritualidad. Mucho antes de la colonización, los pueblos amazónicos eran y siguen siendo expertos en la energía de la naturaleza: la energía de los lagos, montañas, animales y bosques. Esta sabiduría no se comprende como religión en términos occidentales, sino como una forma de vida integrada, armoniosa y respetuosa con la creación.

“Esta forma de vivir todavía se practica”, subrayó, “y tiene que ver con el cuidado del ambiente y con la defensa del territorio ante amenazas como la minería o el petróleo”. En ese sentido, recordó el papel de los yachas o shamans, autoridades espirituales que, dependiendo del uso ético de su conocimiento, podían curar, acompañar o dañar. Los buenos yachas eran los sanadores, los científicos de la selva, que conocían las hierbas y manejaban la energía vital del entorno.

Patricia explicó que el conocimiento indígena reconoce seres espirituales de la naturaleza con funciones específicas: Amazanga, por ejemplo, es el cuidador del bosque; Yacuruna, el guardián de los ríos. A estos no se les adora, se les respeta. No son dioses, como algunas corrientes externas los han querido interpretar, sino expresiones de una espiritualidad que no separa lo sagrado de lo cotidiano. “Nuestro pueblo siempre creyó en un Dios creador de todo, que está en el quinto nivel, al que nadie puede llegar. Esa era nuestra única divinidad trascendente”.

Al hablar del encuentro con la religión católica, reconoció que, aunque en un inicio hubo conflicto entre ambas visiones, con el tiempo se ha comprendido que no son necesariamente contradictorias. “Nuestra gente aceptó el catolicismo, pero no abandonó su práctica espiritual vinculada a la naturaleza”. Hoy, señala, muchas comunidades han logrado una convivencia armónica entre ambas dimensiones espirituales.

Sin embargo, alertó también sobre el riesgo de la folklorización y comercialización de esta espiritualidad. “Mucha gente desde fuera busca ‘experiencias espirituales’ con ayahuasca, y han surgido falsos shamans que no tienen el conocimiento ni la ética ancestral, pero que se aprovechan del interés ajeno”. A esto se suman nuevas corrientes sincretistas que, bajo la promesa de curaciones milagrosas, manipulan el miedo colectivo ante la crisis climática o social.

Como participante del Sínodo Amazónico en Roma y parte del equipo de liderazgo de CEAMA, Gualinga insistió en que la Iglesia debe escuchar profundamente estas voces y realidades. “No se trata de anular nada, sino de entender. Como pueblos amazónicos, somos profundamente espirituales, pero nacidos desde la naturaleza. Creemos que todo está conectado por hilos invisibles, energías vivientes que mantienen el equilibrio del planeta”.

Su intervención fue un llamado a la escucha sincera, al respeto intercultural y al diálogo espiritual con los pueblos originarios, reconociendo que su visión no solo es válida, sino imprescindible para un mundo en crisis.

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